miércoles, 6 de febrero de 2013

Invasión Inglesa de 1806

El Virreinato del Rio de La Plata, como se llamaba aquel entonces el territorio que mas tarde se bautizaria como Argentina, eran tierras pertenecientes a la corona española, conquistadas a mediados de 1500. Sin embargo, en 1806 se produjo la invasión en Buenos Aires de un cuerpo militar ingles con el objetivo de anexar la ciudad a sus dominios.

Uno de los grandes motivos que llevaron a la desesperada búsqueda de nuevas tierras fue que los ingleses perdieron su poderío en tierras norteamericanas, ya que en 1776, Estados Unidos de América se auto proclamaba como nación independiente, fuera de los mandatos británicos.

Hacia fines de 1805 existían algunos rumores en la capital que comandaban los españoles de la posible llegada de sus vecinos europeos con el fin de apoderarse de sus tierras, es por ellos que desde este lado del mundo, el virrey Rafael de Sobremonte, solicitó refuerzos a España con el aval de defenderse ante dichos rumores. Sin embargo, la única respuesta recibida desde el otro lado del océano Atlántico fueron pequeños armamentos de segundo nivel y la inesperada sugerencia de armar y mentalizar al pueblo para que el mismo colabore con la retirada inglesa, lo cual podría llevar severos problemas a la corona española, debido a la fuerte mentalidad revolucionaria que invadía la cabeza de algunos criollos.

Y al parecer, los rumores no quedaron solo entre dichos olvidados. Rafael recibió la peligrosa noticia de que una flota británica se había aprovisionado en Brasil, y siguiendo las normativas impuestas por la corona, organizó la paupérrima defensa virreinal en un punto estratégico para impedir el arribo de los buques de guerra ingleses en el puerto Montevideo.

En enero de 1806 la misma flota británica de la cual se creía que llegaría a Buenos Aires, ocupó el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica, donde la corona holandesa ejercía su poder. De esta manera, Inglaterra dominaba completamente los trámites comerciales que se ejercían entre el Océano Atlántico y el Océano Índico y de alguna manera fortalecía las sospechas virreinales de un posible atentado contra sus condominios. Y así fue, ya que en abril de ese mismo año la flota desembarcaba hacia Sudamérica al mando del general Williams Carr Beresford quien lideraría el ataque hacia Buenos Aires.

El 8 de junio avistaba en Montevideo, y el 25 del mismo mes desembarcaron en puerto de Quilmes sin ser molestados por nadie. Recién al día siguiente, el pueblo de Buenos Aires se decidió a marchar hacia ellos bajo el mando del coronel Pedro del Arce, aunque los resultados no fueron los esperados. Las tropas defensoras no soportaron la artillería invasora y obligaron a una rápida retirada que se vió abrumada por una fuerte avance inglés sobre la ciudad. De esta manera, con apenas 2 días de resistencia, Sobremonto entregó las tierras de la capital en manos de Beresford, quienes fueron rebautizabas como Nueva Arcadía y representadas por la flamante bandera de Reino Unido.

A la mañana del 27 de junio el virrey paría rendido hacia España dejando el total control en manos invasoras. Sin embargo, las cosas aún no habían terminado. Ante las negativas virreinales para reconquistar la ciudad, el pueblo entero, tanto criollos como españoles, se rearmó para imponer defensa por mano propia. La idea central consistía en armar distintos subgrupos clandestinos bien organizados y atacar con armamentos caseros por falta de bienes, pero lo que por otra parte acarreaba una buena ventaja: no existían sospechas de los invasores de un posible contraataque.

santiago de liniers
Varias veces fueron neutralizadas las fuerzas criollas debido al poderoso armamento inglés, el cual avanzaba en su conquista e incrementaba exponencialmente sus refuerzos día a día, hasta que el 12 de agosto, un batallón reclutado por Liniers se alzaró en una batalla campal que dejó muchisimas muertes en la ciudad de Buenos Aires. Tras la toma de la Iglesia de la Merced, los nativos salieron en una rápida y fuerte ofensiva sobre el Fuerte Inglés. Luego de sangrientos  episodios, Beresford se rindió y el 20 de agosto se firmó un acuerdo para el intercambio de prisioneros entre ambos bandos.

Una vez reconquistaba la ciudad de Buenos Aires se decidió otorgarla la Capitanía General a Liniers, por su gran participación en la lucha contra los invasores.

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